martes, 11 de octubre de 2016

El hijo del moro



Dijo el otro día Theresa May que “si crees que eres ciudadano del mundo, en realidad eres un ciudadano de ningún sitio. No entiendes lo que significa la palabra ciudadano”. No tardó en acudir a darle la razón Marine Le Pen. Bueno, aunque solo sea por sus ansias de acabar con ella, no está mal que por fin ingleses y franceses se pongan de acuerdo en algo respecto a la Unión Europea.

Sin embargo, a mí la declaración de la primera ministra británica me deja un poco descolocado. Y no solo porque yo sea hijo de marroquí, que también. Bueno, para ser más exactos, en mi infancia, para muchos de mis compañeros en el Antonio de Nebrija yo no era Isma ni el hijo de un marroquí y una española, sino el hijo del moro. Incluso en cierta ocasión mi mejor amigo, tendría yo ocho o diez años,  “olvidó” invitarme a su cumpleaños y, dos o tres días después, recuperó la memoria y me hizo ir a su casa a probar lo que los otros niños (todos 100% españoles y no solo el 50% como yo) habían dejado. Allí, entre mi compañero y su madre me explicaron por qué no había sido invitado a la celebración oficial: una confusión, dijeron: ella le dijo a él que había que invitar al hijo del moro y él, curiosamente, no reparó en ese momento en quién era el ínclito (o sea, yo) al que se refería su progenitora. No sé qué me sentó peor, si el olvido de mi mejor amigo, la naturalidad con la que su madre se refería a mí como el hijo del moro o los gusanitos rancios que les habían sobrado a mis compañeros de clase. 

La cosa siguió acabada la EGB: unos años después, un amigo del instituto, muy de izquierdas él, se emborrachó y en su delirio alcohólico me persiguió por la casa en la que estábamos gritando: “a por el moro, a por el moro”. E incluso, siendo yo ya profesor en la Universidad de Alcalá, alguno de mis alumnos escribió donde le plugo, “Ahamdanech, moro”, a lo que yo, cundo lo leía, respondía en mi fuero interno: cuán en lo cierto andan sociólogos y otros expertos cuando dicen que estamos ante la generación más preparada de todos los tiempos, ¿quién puede dudarlo ante la capacidad de deducción de estos muchachos?

Pero hay más razones por las que el aserto de la premier  británica y la aquiescencia de la que puede ser su homóloga en Francia me ha dejado algo desubicado. Acabado mi periplo universitario, la vida me ha dado la oportunidad de viajar por todo el mundo, y estos viajes he hecho multitud de amigos: el otro día celebré mi cuarenta cumpleaños y recibí felicitaciones de los cinco continentes, de personas con las que he compartido horas de trabajo, cafés, comidas y risas. Y no solo eso, en todos los países en los que he estado me han hecho sentir bien. Muy bien. Tanto como para creer que, aunque Alcalá de Henares y La Mancha son los sitios a los que siempre quiero volver, en cualquiera de las naciones en las que he estado podría vivir un tiempo y hasta considerarme parte de sus sociedades sin mucho esfuerzo.  Lo cual, estricto sensu, puede significar que soy ciudadano del mundo, lo que me llevaría, siguiendo la lógica de May y Le Pen, a no ser ciudadano de ningún sitio. Y lo que es peor: a no entender lo que significa la palabra ciudadano. O al menos a no entenderla como ellas lo hacen. Claro que, bien pensado, quizá esto último no sea tan malo: puede que a May no le disguste coincidir con Le Pen, pero a mí sí que me molestaría hacerlo con cualquiera de las dos.   

1 comentario:

  1. Siempre fuiste diferente, pero esa rareza no buscada de ser el hijo del moro también te ha permitido ver y experimentar lo que otros no pudimos con antelacion . Cierta ventaja si se sabe aprovechar y creo que tu siempre lo has hecho. Porque el debil nunca saca partido de la critica, el fuerte la usa para reivindicarse.
    La sociedad en la que vivimos recela del diferente, cuan más cerrada es más recela... allí donde fueres haz lo que vieres... adaptarse a vivir en diferentes sitios solo depende del calor que recibas de mucha gente que está ahí para dártelo. Sólo hace falta saber cogerlo; porque rechazo a lo diferente por miedo, xenofobia o mediocridad siempre por desgracia va a existir.

    Postada.- Macho que bien escribes...

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